Muchos damos por hecho que somos de determinada manera porque siempre nos hemos percibido así.
Investigaciones en psicología y neurociencia nos han demostrado que esto no es así y que, por el contrario, toda la vida tenemos el potencial de modificarnos.
Aquí se describe la importancia de creer que podemos cambiar para, realmente, llevar esta idea a efecto. Reconocer nuestras creencias, nuestros hábitos y nuestros patrones de respuesta nos permite trascenderlos.
Asimismo, se aborda la expresión creativa como una herramienta para conocernos y transformarnos.
Reconocidos psicólogos como Reuven Feuerstein han afirmado que los seres humanos son modificables y que cualquier persona, sin importar su edad, nivel socioeconómico, origen cultural o condición genética es capaz de aprender y desarrollar nuevas capacidades.
Los estudios del cerebro (neurociencia) han comprobado esto. Eric Kandel, neurocientífico, explica que la plasticidad cerebral es la capacidad de producir cambios (funcionales y anatómicos) permanentes en el cerebro y se da como resultado de la experiencia y el aprendizaje.
En otras palabras, somos capaces de incrementar las conexiones en nuestro cerebro. Cuando aprendemos algo nuevo, las conexiones en el cerebro crecen y se fortalecen. Entre más nos enfrentemos a experiencias de aprendizaje, más se fortalecerán nuestras conexiones cerebrales.
Para que estas modificaciones sucedan, el primer paso es creer que podemos cambiar, entendernos como proceso. La psicóloga Carol Dweck realizó una investigación profunda en este sentido. Demostró que nuestra mentalidad (creencia) sobre nuestra capacidad para modificar nuestras habilidades, nuestra inteligencia y nuestra identidad determina en gran medida la manera en la que respondemos ante las distintas situaciones de vida. Ella propone que existen personas con mentalidad fija; es decir; personas que creen que nuestras cualidades y habilidades están “escritas en piedra” y que no pueden modificarse; y personas con mentalidad de crecimiento, que creen que nuestras cualidades básicas pueden cultivarse y desarrollarse con esfuerzo.
Por supuesto, todo el mundo puede desarrollar una mentalidad de crecimiento. Sin embargo, es importante reconocer que no es fácil. Siendo chicos creamos un imaginario de lo que debemos ser y, si es bien recibido por nuestros seres queridos, solemos convertir estas características en algo que “nos define”, de manera que validar estas atribuciones puede ser nuestra principal fuente de autoestima. No es fácil dejar ir algo que pareciera definirnos y menos aún asumir una mentalidad que implica asumir retos, aceptar la crítica y el fracaso como una oportunidad para aprender, y emprender proyectos, aunque nos sintamos inseguros respecto a nuestra capacidad para realizarlos.
Cambiar nuestra mentalidad implica esfuerzo, implica estar atentos a lo que nos decimos a nosotros mismos, a cómo respondemos ante lo que nos enfrentamos. De esta manera, al reconocerlos, nos hacemos responsables de nuestras creencias, de nuestros patrones y hábitos, y así podemos transformarlos.
La expresión creativa es una herramienta poderosa para observarnos. Nos permite conocer nuestro estado interior, hace visibles nuestros pensamientos, sentimientos y creencias; es decir, nos permite conocernos mejor y, en consecuencia, transformarnos.
Nuestra mentalidad tiene una profunda influencia en nuestras relaciones humanas, y en los procesos de cambio y aprendizaje a los que nos enfrentamos. Las creencias que tenemos respecto a nosotros mismos (si nos creemos capaces o no de realizarnos) suelen ser invisibles o inconscientes. Deberíamos estar alertas a ellas y modificarlas de forma consciente. Al ser conscientes de nuestras creencias y de dónde surgen, estamos activando una poderosa palanca de transformación.
Nuestra motivación y aprecio por nosotros mismos y por los demás cambia en la medida en que expandimos nuestra visión y asumimos una mentalidad de crecimiento. Esto nos inspira para esforzarnos más y, en consecuencia, tener mayores logros.
Además, aumenta nuestra pasión por aprender, por enfrentar retos y por salir de la “zona de confort”, ya que el fracaso se vive como una oportunidad de aprendizaje y crecimiento, aunque no deje de ser doloroso.
La creatividad nos ayuda a encontrar soluciones a nuestros problemas, a relajarnos, a estar presentes en lo que hacemos, a confiar en nosotros mismos, a dar significado al mundo que nos rodea y a reconocer quiénes somos.
- Carol D.(2006). Mindset: The new psychology of success. New York: Ballantine Book.
- Feuerstein, R. (2003). The theory of structural cognitive modifiability and mediated learning experience. Feuerstein’s Theory and Applied Systems: A Reader. Jerusalem: ICELP, 37-45.
- Krishnamurti, J. (2013). El libro de la vida. Editorial Océano.