Nuestros pensamientos reflejan la manera en la que percibimos el mundo y a su vez determinan la manera en la que nos relacionamos con él. Nuestra percepción del mundo es subjetiva y no siempre es precisa o clara.
Estudios científicos señalan que nuestros pensamientos tienen un gran impacto en la manera en la que sentimos y actuamos cotidianamente. Por ello, desarrollar prácticas para reconocer y observar nuestros pensamientos nos ayuda a actuar de manera más asertiva, a incentivar nuestro bienestar y a mantener relaciones interpersonales fructíferas.
Mis pensamientos
Te has preguntado: ¿cuál es el principal obstáculo para disfrutar del momento presente?
Las personas estamos pensando la mayor parte del tiempo (si no es que todo el tiempo). Llegamos a tener pensamientos repetitivos que nos separan de la realidad y crean historias ficticias en nuestra mente. Asimismo, por medio de nuestros pensamientos llegamos a crear una pantalla de conceptos, etiquetas, juicios y palabras que nos separan de nosotros mismos y de nuestro entorno. Calmar nuestros pensamientos y observarlos puede ayudarnos a llevar una vida más amena.
Los seres humanos creemos que el pensamiento es la máxima expresión de la inteligencia; sin embargo, cuando observamos lo que pensamos nos encontramos desarrollando un nuevo nivel de conciencia y podemos reconocer que hay un inmenso mundo de inteligencia que va más allá del pensamiento.
¿Cómo podemos observar nuestros pensamientos?
- Comencemos por poner atención a lo que pensamos de manera consciente, podemos hacer este ejercicio cotidianamente.
- Prestemos especial atención a los patrones repetitivos de pensamiento.
- Observemos nuestros pensamientos sin juzgarlos, es importante ser imparcial.
Poco a poco nos haremos más conscientes de nosotros mismos y los pensamientos repetitivos perderán fuerza, dejaremos de gastar energía en pensar compulsivamente y podremos orientar esta energía al presente.
Pensamientos y emociones
A lo largo de nuestra vida experimentamos sucesos que nos provocan reacciones emocionales. Por ejemplo, imaginemos que nos encontramos con una amiga cercana en la calle, la saludamos con mucha emoción y ella se encuentra un poco distante, comenzamos a sentirnos confundidos y preguntamos si “todo está bien”, su respuesta es “todo bien”; sin embargo, nos sentimos confundidos ya que “no parece encontrarse bien”. Al llegar a nuestra casa nos seguimos preguntando: “¿qué pasará con mi amiga, estará molesta por algo o conmigo?”, y en nuestra mente comenzamos a crear historias imaginarias de los posibles escenarios o razones por las cuales se encuentra “enojada”. Y nuestras reacciones emocionales pueden variar entre la tristeza, el enojo, la sorpresa y el desagrado.
Pero ¿qué es lo que realmente está sucediendo? Estudios científicos han demostrado que el evento no es el causante de las emociones, sino los pensamientos automáticos que surgen a partir de él; es importante saber que nuestra reacción emocional es tan rápida que nuestros pensamientos no son observables. Aunque en muchas ocasiones nuestras reacciones emocionales son oportunas, puede ser que en algunas otras no lo sean. Cuando nuestros pensamientos son desacertados, las reacciones emocionales pueden ser más fuertes de lo necesario y no llevan a generar patrones de comportamiento que pueden perjudicar nuestro bienestar.
Existe evidencia de que podemos mejorar nuestra capacidad de autoobservación y autorregulación, que tenemos la posibilidad de decidir cómo queremos reaccionar ante las diversas situaciones de la vida para favorecer nuestro bienestar y nuestras relaciones interpersonales. Realizar prácticas que nos ayuden a desarrollar la presencia plena, el reconocimiento y la observación de nuestros pensamientos nos acerca a disfrutar de una vida próspera.
- Tolle, E. (2000). El poder del ahora. Editorial Norma SA.
- https://www.actionforhappiness.org/take-action/know-your-thoughts,-choose-your-actions