Una buena comunicación en la familia y en la escuela propicia un ambiente de armonía y seguridad, en el que compartir y relacionarse de manera respetuosa y solidaria permite que cada persona sea apreciada y aceptada por ser quien es.

Una buena comunicación implica hacerlo de manera asertiva, para lo cual se requiere de tres elementos: qué quieres comunicar, cómo lo dirás y cuándo es oportuno hacerlo. Es decir, cuidando las palabras que usas, el tono de tu voz y la actitud.

Las formas de comunicación se aprenden y, por lo tanto, resulta vital el apoyo y el ejemplo que, como padre y/o maestro, des a tus hijos y/o alumnos.

Las habilidades comunicativas se pueden aprender, modificar y enriquecer de forma constante; de ahí la importancia de que padres y maestros hagan conciencia sobre las distintas formas de comunicación en la familia y la escuela.

Es importante entender que en cada familia o grupo social pueden existir diferentes puntos de vista, opiniones, intereses, temperamentos y personalidades. Por eso es importante generar espacios para que todos opinen y se sientan escuchados.

Para desarrollar habilidades comunicativas en tus hijos y/o alumnos debes considerar:

• Cobrar conciencia de tu lenguaje corporal: escucha con el cuerpo entero y haz contacto visual.
• Mostrar interés genuino en lo que te comunican, sin juzgar, criticar o “sermonear”.
• Compartir con los niños tus experiencias y cómo te sientes o cómo te fue en el día. De esta manera también aprenderán a compartir lo que les pasa, sus sentimientos y lo que es importante para ellos.
• Descubrir, identificar y valorar la singularidad de cada niño para encontrar la forma de comunicación que cada uno necesita.

Ser empáticos, confiar en ellos y creer lo que te comparten.