El confinamiento está presentando grandes retos para la convivencia armónica. En este ámbito, es indispensable que desarrollemos habilidades y planes de convivencia, con el fin de sentirnos tranquilos, cuidarnos mutuamente y convivir, para estar bien física, mental y emocionalmente.
Esta sección propone compartir algunas estrategias y herramientas, que nos permitan sumar para crear espacios seguros y poder planear dinámicas familiares que refuercen el vínculo afectivo y la relación armónica, así como sugerencias que podemos tejer juntos para aprender nuevas experiencias.
No es una tarea sencilla pero está comprobado que es posible y prioritario desarrollar capacidades y usar estrategias, tanto de forma individual como en familia, para fomentar la convivencia armónica y cuidar nuestro bienestar.
El neurocientífico Richard Davidson nos comparte la importancia de procurar el equilibrio y el bienestar. Este último se considera una habilidad que podemos desarrollar y que está compuesta por cuatro componentes: resiliencia, perspectiva positiva, atención y generosidad. Entender el bienestar como una habilidad es el primer paso para comenzar a desarrollarla.
Uno de los factores que influyen más en el bienestar de una familia es la dinámica o clima familiar, que se construye con base en el tipo de relaciones y hábitos. Ser respetuosos, considerados hacia las necesidades de los demás y comunicar las emociones, son habilidades básicas para que nuestros entornos familiares sean agradables.
Una forma de promover la buena comunicación es practicando la escucha activa; es decir, escuchando con todos los sentidos, de manera sensible y sin juicios. Esto nos permitirá brindar acompañamiento, contención emocional y, por ende, generará un espacio más seguro.
Podemos poner en práctica la consideración al estar al pendiente de las necesidades de cada integrante del núcleo familiar, apoyándonos mutuamente en los tiempos y espacios convenientes para todos. También vale la pena que asignemos roles y responsabilidades que promuevan la autogestión y eviten la saturación y el estrés que puede provocar que la responsabilidad total recaiga en una sola persona.
Así como hay tiempo para cumplir con nuestras distintas responsabilidades, también es importante procurar espacios de diversión, de juego y de creatividad que generen climas agradables y de reconocimiento mutuo.
La empatía, la compasión y la escucha nos permiten acompañarnos y aprender en familia.
Las neurociencias confirman que comunicarse de manera empática y asertiva nos permite generar un vínculo con quienes convivimos; esto diluye las barreras naturales que pueden existir cuando dos personas se comunican o conversan.
Practicar las habilidades de escucha, empatía y generosidad, a través de la comunicación, nos permitirá desarrollar un mayor bienestar y armonía con los seres con quienes nos relacionamos.
Por otro lado, como padres y madres resulta esencial tener presente que las habilidades socioafectivas son un aspecto muy importante para el desarrollo integral de nuestros hijos.
Continuando con los aprendizajes de Richard Davidson, este autor nos comparte que “la amabilidad y la ternura se pueden entrenar a cualquier edad. Los estudios nos dicen que estimulando la ternura en niños y adolescentes mejoran sus resultados académicos, su bienestar emocional y su salud”. Ahora más que nunca es importante fortalecer estas habilidades en nosotros mismos y en los distintos miembros de nuestra familia para generar ambientes respetuosos, cálidos y seguros.
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