

¿Cómo ayudar a tus hijos o alumnos a descubrir y darse cuenta de sus habilidades, capacidades y talentos? ¿Cómo fomentar la seguridad y amor en ellos mismos?

Aquí encontrarás información sobre tres puntos importantes para desarrollar estas habilidades en tus hijos o alumnos: que los niños y jóvenes identifiquen lo que contribuye a su propio bienestar; que reconozcan que son capaces de cuidarse y cuidar a los otros, y de entender que son capaces de transformarse a través del autoconocimiento.
La neurociencia ha comprobado que la plasticidad cerebral, es decir, la capacidad de producir cambios (anatómicos y funcionales) permanentes en el cerebro, es óptima para el aprendizaje en los primeros años de vida de un niño y, por lo tanto, es importante trabajar en el desarrollo de hábitos y habilidades que contribuyan a su bienestar.
Niños y jóvenes son capaces de identificar lo que contribuye a su bienestar, cuidarse y cuidar a otros, y entender que pueden transformarse a través del autoconocimiento.
La práctica de las habilidades de auto observación, la percepción del mundo interno y externo, y la identificación de las potencialidades y hábitos propios, son necesarias para lograr que niños y jóvenes puedan desarrollar la seguridad en sí mismos, la autoestima y la autonomía de acuerdo a su edad y contexto.
Una actitud que bloquea el desarrollo de estas habilidades, es la sobreprotección, ya sea por parte de padres o educadores, cuando no se permite a niños y jóvenes realizar actividades que ellos podrían hacer por sí mismos. María Montessori afirma: “Toda ayuda innecesaria es un obstáculo al desarrollo”. De ahí la importancia del acompañamiento del adulto para fomentar la sensación de “yo puedo, soy capaz”, y lograr la independencia y responsabilidad del niño para desarrollar su autonomía.
La presencia del adulto es fundamental para la construcción de acuerdos y el establecimiento de reglas claras, así como en la práctica de rutinas y hábitos de autocuidado que serán herramientas útiles para desarrollar, en niños y jóvenes, su voluntad, disciplina y bienestar.
Un niño que se siente capaz, es un niño que se siente valorado y aprende a valorar a los demás. La fe en él mismo influirá en su forma de percibir y actuar en el mundo, con una actitud resiliente, optimista y creativa.
Contribuir a su propio bienestar, es también contribuir y retribuir a los demás algo de lo recibido y desarrollado en su infancia.
El acompañamiento sensible, intencionado y reflexivo por parte del adulto propiciará el desarrollo de sus potencialidades que repercutirá en la formación de una personalidad equilibrada, fortalecida y sólida.
- Madrazo, C. (2020). Un camino para ser y trascender. El desarrollo de la inteligencia integral. México: La Vaca Independiente.
- Arendt, H. (1993). La condición humana. España: Paidós.